sábado, 9 de abril de 2011

El retumbar de las cajas  y el hondo quejido  los erquenchos marca el inicio de los primeros encuentro de copleros, poniendo fin a los estallidos de los últimos cuetes de las fiestas de fin de año. En dos las dos semanas previas, el jueves de compadres y el Topamiento de Comadres, serán el aperitivo de la gran celebración.



El sábado anterior a los tres días del festejo, en los mojones-promotorios de piedras que señalan el lugar donde el año anterior donde el año anterior fue enterrado el Carnaval, cada comparsa realizara el rito del desentierro. A partir de ese momento, el diablo andará suelto, alegrando los corazones de los carnavaleros.
Esos días son sagrados para la gente de estas tierras. Durante el año se preparan para recibirlo. Una tradición que de apoco se va perdiendo son las invitaciones, en las que algunas familias abren las puertas de sus casa a los integrantes su comparsas, invitados y colados, para comer, beber, bailar y divertirse. Solo hace falta eso, el ánimo festivo. Todos los gastos corren por cuenta de los anfitriones. Pero cuidado no es bueno quedarse sentado mirando como bailan los demás. Un medio azote por las canillas, con un manojo de espinudas cepa-caballo o cadillo, harán las veces de aguijonazos para los aburridos.

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